martes, 1 de septiembre de 2009

EL AURA DE LA MUERTE



Se realiza hoy la presentación de los alegatos por la defensa, en el juicio que se lleva a cabo por crímenes de lesa humanidad cometidos en el gobierno de facto del General Colombo.

A partir de las 17 hs. podremos escuchar sin censura previa, todo lo que el Dr. Velazquez Ibarra, hace años, brega por llevar a la luz. Ante la indiferencia o quizás la complicidad oficial en el silencio.

Muchos testigos quedaron atrás, entre victimas y victimarios, ademas de colaboradores de esa época sangrienta, que aún hoy preservan esa habilidad de camuflarse como un camaleón.

Sin embargo, esta vez, no fue solo un clamor de justicia acallado como en los primeros tiempos, por la ley de punto final o de obediencia debida. Esta vez fue un Juicio Oral en donde los hechos fueron demostrados, y el horror tomo cuerpo en la sociedad.

Aun así, desde el gobierno de la Provincia de Formosa y su impronta en los diversos gabinetes, se proyectó una grosera indiferencia. Lo cual no dejó de guardar una exacta lógica, al sostener este gobierno, funcionarios colaboradores (de esa época) en los estratos mas importantes de la Justicia.

Someterlos a juicios políticos, jurys de enjuiciamiento, o sencillamente pedirles la renuncia, hubiera sido una medida mínima, en pos de que justifiquen lo injustificable.

Sin embargo, siguen como si nada, administrando justicia, cuando en esa época fueron cómplices, con la acción o la omisión.

Los que no lo hicieron abiertamente, lo hicieron a conveniencia, en la cobardía de su silencio, o en la seguridad de la "vista gorda", para seguir manteniendo su "status quo" cómodo, mientras las victimas se agazapaban en el rincón de una celda oscura, a llorar el dolor inconmensurable, de la tortura que parecía no tener fin, arrancados de sus hogares, arrancados de sus familias, sin saber cuando les llegaría la muerte.

Si la Justicia no los juzga, y aunque este gobierno los sostenga, tenemos la certeza de lo que hicieron, o omitieron hacer. Y ambas cosas, los hacen pasibles de un aura, que van a llevar toda la vida flotando sobre sus cabezas, el aura de los judas o del verdugo, el aura de la muerte.

El aura de un alma condenada, al murmullo de los muertos inocentes, de los gritos de los torturados, de los llantos de los niños sin padre o madre.

A lo mejor no terminan con un lugar en una celda, a lo mejor terminan sus días llenos de ostentosos bienes materiales,en el resguardo de una mentirosa tranquilidad.

Pero el infierno de los creyentes es suyo, y el infierno de sus conciencias también.


Leonardo Fernandez Acosta.

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