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“Prestamos para todos”, “prestamos populares”, anunciaba el gobierno nacional, mientras los formoseños escuchábamos desesperanzados, compartiendo un mismo sentimiento, el desarraigo de “no pertenecer” desde hace mucho tiempo, al mercado crediticio nacional.
Porque somos parias, dentro del mismo país, porque sufrimos el exilio de ser una de las provincias con los sueldos mas bajos del resto.
Y es que institucionalmente, el Banco Nación, o el Banco Hipotecario, con la mejor cara de un empleado de mostrador, nos dice, que los estatales formoseños “NO CALIFICAMOS”, ni aun sumando dos sueldos, en un grupo familiar, al mínimo exigido para solicitar algún préstamo hipotecario.
Mientras el gobierno repite, a cada pregunta sobre los magros haberes, sustentabilidad, previsibilidad, desviando nuestra vista de una existencia económica paralizada, acto seguido aceptamos resignados, a ser sujetos escindidos de alternativas en el sistema bancario o crediticio.
Vivimos en una paradoja entre la ideología de transformación del “nuevo hombre formoseño” y la melancolía nutrida por la desesperación y el pesimismo, porque la vida no cambia, no mejora.
Consumimos como realidad, la decadencia de un régimen político, que se presenta como instancia salvadora, y solo nos mantiene en la utopía que yace, silenciosa e interrogante, en la misma imagen de lo que se hunde.
Y vamos “como burros detrás de la zanahoria” detrás de un modelo “siempre a futuro”, y cada vez mas, la capacidad del potencial emancipatorio de los formoseños como individuos, se presenta objetivada, alienada, extraña a nosotros mismos.
Por eso es muy común oír, a cualquier ciudadano formoseño, cuando sale este tipo de cosas…”y no es para nuestro sueldo”, o "no es para nosotros".
Porque nos han convencido culturalmente, que nuestro trabajo “no vale”, cristalizado en un sueldo que “no alcanza”, y que tenemos que “laburar” el doble si queremos vivir mejor. Mientras vemos como funcionarios millonarios, ni les interesa pasar a tramitar algún préstamo, porque compran no una, sino dos casas al contado.
Por todo esto y mas, hago esta página, porque he decidido (y no soy el único) no aceptar pasivamente estos imperativos. Porque creo que mis hijos, y los hijos de mis hijos merecen algo mucho mejor.
Lo gracioso es que estos postulados “simplificados” para el blog, no son míos. Son adaptaciones de la escuela de Frankfurt, escuela que se nutrió de las más diversas influencias teóricas, tales como Max Weber , Sigmund Freud, y Karl Marx allá por los años 30, cuando la humanidad se veía asombrada por el surgimiento del fenómeno del nazismo.
Y el ejemplo puesto en esta columna, de la imposibilidad del acceso crediticio, es solo anecdótico. Tampoco podemos enviar nuestros hijos a estudiar afuera, irnos de vacaciones, en fin, infinidad de cosas.
El argumento de peso, es la contracara, entre distribución de la riqueza y exclusión social. Es el vivir todos los dias con un pesimismo nihilista, leyendo las noticias, donde la gente cada vez es más pobre, y los políticos cada vez mas ricos.
Leonardo Fernández Acosta.-
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