viernes, 12 de noviembre de 2010

UNA INTELIGENCIA EN CRISIS




“Si aprendiéramos a tener un concepto más claro de los problemas y un control más inteligente de ciertos procesos clave, podríamos llegar a convertir las crisis en oportunidades y ayudar a la gente no solo a sobrevivir, sino a remontarse sobre las olas de los cambios, a crecer, A ADQUIRIR UNA NUEVA IMPRESIÓN DE DOMINIO SOBRE SU PROPIO DESTINO”
Alvin Toffler


La inteligencia es la clave para el conocimiento personal, la llave de acceso a los ndo de visiones irreales que impiden tomar conciencia de “lo que está ocurriendo”.
Es, al mismo tiempo, un obstáculo para el ordenamiento del torrente de datos neurobiológicos que clarifican en el interior de la mente los sentimientos de ira, llanto, entusiasmo o desánimo (entre otras muchas sensaciones) que impiden situarse correctamente frente a los dilemas que plantea la realidad.



La inteligencia opera sobre una masa de células que permiten “abrir” los procesos del desarrollo mental y aplicarlos, prescindiendo de la engañosa influencia de la voluntad.
Las fallas producidas en dichos procesos individuales se esparce muchísimas veces por contagio dentro de la sociedad, dando lugar a la aparición de un paralizante estado de “stress” colectivo.



Es lo que estamos viviendo hoy día, mientras parecemos ignorar que la vida es un viaje y la inteligencia la guía necesaria para realizar el mismo con la menor cantidad de tropiezos posibles.
Resulta al mismo tiempo una herramienta necesaria para encontrar explicaciones lógicas y racionales para los momentos más desconcertantes que se nos presentan a diario, y, dado que vivimos en una comunidad, una forma de interpretar los sentimientos íntimos del “otro”. Es decir de aquellos con quienes debemos convivir, reconociendo de tal modo sus propias estructuras mentales.



Una sociedad sujeta a estas carencias, se vuelve siempre extremadamente débil para afrontar las dificultades que se le presentan y se convierte así en un ámbito de ciudadanos solitarios y deprimidos, airados e indisciplinados, nerviosos y propensos a preocuparse por lo que ocurre a través de impulsos agresivos.
En nuestro caso, las consecuencias están a la vista: somos hoy un caso clásico de desesperanza, en donde los mejores proyectos fracasan, sin que hayamos aprendido a transformar nuestras crisis en oportunidades, ni conseguido el dominio de nosotros mismos, como advierte Toffler.



Mientras tanto, la política y los gobiernos que elegimos, son el resultado inevitable de este estado de cosas que nos lleva a seguir luchando para obtener resultados diferentes, utilizando los mismos métodos que ya nos llevaron al fracaso.
La reciente muerte de Néstor Kirchner y las reacciones que ésta ha desatado, reflejan el estado de perplejidad en que solemos sumirnos.
Muchos ciudadanos -partidarios u opositores-, no se han puesto de acuerdo aún acerca de si es posible concebir una Argentina sin él, aferrándose a un concierto de eufemismos a los que somos tan afectos.



No solo están experimentando el fracaso de su inteligencia para ver la realidad, sino algo más. Lo están proponiendo como un paradigma histórico, casualmente por eso: porque fue un fracaso como modelo a ser imitado.
De este modo buscan darle al hecho un toque de nobleza utópica o mística: “no era de este mundo” dicen; encontrando así una forma morbosa de concederle la “absolución post mortem”

Carlos Berro Madero

1 comentario:

  1. Mientras el chocoloca gasta la plata, tiene detras a verdaderos administradores que tiran la empresa hacia adelante, mas alla de esos imbeciles sindicalizados mandados por algun lamecu kaka. Esta tilinga esta gastando la plata de todos y detras tiene a unos monos de circo con payaso incluido que no tiran para ningun lado, solo para el suyo. En fin fuera CRETINA

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